Los de Steve Borthwick firmaron una actuación madura y eficaz ante unos All Blacks que no aprovecharon su mejor arranque.

Inglaterra venció a Nueva Zelanda por 33–19 en Twickenham en un test que comenzó cuesta arriba para los locales pero que terminó consolidándose como una de sus actuaciones más completas del año. Los All Blacks se adelantaron 0–12 con los ensayos de Leicester Fainga’anuku y Codie Taylor, aprovechando errores defensivos ingleses y una circulación más rápida en los primeros minutos. Reuters describió el inicio neozelandés como “un golpe de autoridad temprano”, aunque sin continuidad suficiente para romper el encuentro.
La reacción inglesa llegó antes del descanso. Ollie Lawrence anotó el primer ensayo local tras una acción bien construida en campo rival, y George Ford añadió dos drop-goals consecutivos que cambiaron por completo la dinámica del partido. Según The Guardian, aquella fase fue “el punto de giro emocional y táctico”, mostrando una Inglaterra más clara en la dirección de juego y en la toma de decisiones.
La segunda parte confirmó esa tendencia. Inglaterra controló territorio y tempo, y Nueva Zelanda comenzó a acusar falta de precisión en la zona de 22. Sam Underhill y Fraser Dingwall ampliaron la ventaja inglesa con dos ensayos que nacieron del dominio en el contacto y de la capacidad del pack para generar fases limpias. Los All Blacks respondieron con un try de Will Jordan, pero no lograron frenar la creciente seguridad local. En los minutos finales, un golpe de castigo de Ford y un último ensayo de Tom Roebuck sellaron la remontada.
Tras el encuentro, Steve Borthwick destacó el liderazgo de su apertura: “George es un jugador brillante, un líder excepcional y una persona aún mejor”, declaró a The Guardian. En el lado visitante, Scott Robertson admitió que su equipo dejó escapar oportunidades clave: “We didn’t take our chances”, afirmó a Reuters.
En la prensa británica se subrayó la madurez competitiva mostrada por Inglaterra, especialmente en la gestión de los momentos críticos. TalkSport y The Guardian coincidieron en que el equipo mostró “un nivel sostenido que no se veía desde hacía meses”. En Nueva Zelanda, la reacción fue más crítica. The New Zealand Herald habló de “alarma defensiva” y apuntó a la falta de definición en la zona de marca, un problema recurrente durante toda la gira.
El resultado deja sensaciones opuestas. Inglaterra consolida un año notable y rompe una larga racha sin vencer a los All Blacks en Twickenham. Para Nueva Zelanda, el test vuelve a mostrar inconsistencias estructurales, buenos arranques pero dificultad para mantener intensidad y cohesión durante los 80 minutos.
Fuentes consultadas:
Reuters · The Guardian · TalkSport · The New Zealand Herald · 1News · Independent Online · RugbyPass